Este ha sido un verano fructifico en viajes, en planes
vacacionales donde mis hijos han disfrutado como enanos y los adultos como
niños. Os cuento que…
Desde hace un tiempo atrás, por no decir años, en mi casa se
ha implantado una nueva modalidad de vacaciones de verano, donde papá disfruta
de unas semanas plenamente con sus hijos mientras mamá sigue trabajando, esta
modalidad se asemeja mucho a padres separados que disfrutan de las vacaciones de
los hijos cada uno por un extremo, cada uno de una forma tan distinta, donde
los pequeños se ven en medio de un partido, donde lo que se pierde es el
tiempo.
Este nuevo tipo de
vacaciones veraniegas la llevamos arrastrando años, creo que no recuerdo el
último verano donde salí de viaje con mis hijos y mi marido, no logro recordar
5 días seguidos todos juntos desconectados del trabajo, del móvil, de los
emails… pero este verano tras un año
diferente he querido que cambiara, aunque no sé si lo he logrado, sé que en mi
casa ha comenzado la revolución del cambio.
Este mes de Julio he viajado unos días a mi país con mis
hijos menores, un viaje sin muchos planes, un viaje destinado a intentar
recuperar un pequeño remanso de paz, disfrutar de ellos y lo más importante,
buscando compartir con mi familia y queriendo hacer partícipe a mis hijos. En
esos días puse de mí para estar 24h. al día con Bryson y Guillermo, puse de mi
para ir con ellos a la playa, comer helados, llevarlos al parque y dormir
juntos, contarles un cuento y llenarlos de besos… Quería implantar recuerdos
bonitos en un año duro, quería o más bien necesitaba que ellos vieran que su
madre los ama, que yo seguía estando presente en sus recuerdos bonitos. Lo
triste de ese viaje fue descubrir lo mucho que los padres nos perdemos de los
hijos por nuestro propio ego, por nuestra necesidad de ser el mejor o por
nuestras propias frustraciones; lo sorprendente fue ver el cambio en mis hijos,
sus caras de asombro al ver que deje en un paréntesis el trabajo, el móvil, el
portátil, los email y el estrés por andar con ellos de paseo, por estar con
ellos pasando las horas en la playa. Bryson me llego a preguntar: Mami que está
pasando?.
Al regresar a casa fue cuando entre en consciencia que mis
hijos necesitan que pare de vez en cuando, que tenga un stop para estar con
ellos 24h. dedicándoles unos días donde ellos sean los reyes, donde no haya
nada más importante que curar sus arañazos, escuchar sus cuentos, chistes y
planes, entendí que ellos necesitan más tranquilidad y menos prisas, más tiempo
de calidad y menos tiempo material, una crianza más natural.
Nunca me he considerado una mujer perfecta en ninguno de los
sectores de mi vida, no soy una buena madre, tampoco una esplendida esposa, tal
vez sea una amiga mediocre, pero sé que intento todos los días ser mejor en
todo esos campos de mi vida.
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